Aseguran que las medidas anticrisis ya no deben ser graduales. Intentarán que sus consecuencias se diluyan en una rápida dinámica política. CFK frente al cepo al dólar, el campo, las paritarias y los cacerolazos.
El Gobierno comenzó a percibir en las calles el malestar por la sintonía fina. Esta fue una semana agitada por el paro nacional agropecuario y los cacerolazos contra el cepo cambiario. El calendario culminó ayer con una movilización masiva encabezada por la CTA y agrupaciones de izquierda, apoyada por la CGT, que reclamaron por aumentos salariales y contra la inflación. Durante dos días seguidos, la Plaza de Mayo fue epicentro de protestas.
El clima está enrarecido y para la Casa Rosada es casi un déjà vu. A pocos meses de asumir su primer mandato, Cristina Kirchner se trenzó en un enfrentamiento letal contra el campo, que le costó las elecciones de medio término. La Presidenta logró recuperarse y barrió a la oposición en las urnas en octubre del año pasado. Ahora, abre su segunda etapa, con múltiples frentes de conflicto y una leve caída en su imagen.
Altas fuentes del Ejecutivo aseguran que no hay una preocupación real de la jefa de Estado como la de hace cuatro años, pero advierten que se miran con atención todos los frentes que se abrieron al mismo tiempo.
Escenarios. Las provincias más importantes del país tienen serios problemas financieros y dificultades para afrontar el pago de sueldos (Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Santa Cruz, entre otras). Y los gremios disidentes rompen, con sus acuerdos, el techo no escrito en las paritarias: algunos superaron el 27% y el Ministerio de Trabajo se niega a homologar los convenios por considerarlos demasiado altos. El primer antecedente fue el de Gerónimo Venegas, de los trabajadores rurales, que obtuvo cerca de un 25% y recurrió a la Justicia para que avale el incremento.
Los sectores oficialistas desprecian los cacerolazos porteños contra el cepo cambiario. Argumentan que son una “minoría pudiente” y que tienen una actitud “golpista”. Pero mientras el jueves las cacerolas sonaban en Plaza de Mayo, la jefa de Estado ordenó al vocero presidencial anunciar (cerca de la medianoche) que Daniel Reposo renunciaba a su candidatura a jefe de los fiscales. El adelanto cambió la agenda y evitó que el ruido de la clase media (y media alta) fuera el título principal de los diarios.
El oficialismo también contestó a los cortes de la CTA. “Rechazamos el intento de algunos sectores marginales, que lo único que lograron fue provocar molestias y trastornos a millones de ciudadanos que ingresaban a la Ciudad”, advirtió el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.
Agregó que “hay sectores que aún no comprendieron que esas metodologías son parte del pasado y que los principales sindicatos han cerrado aumentos salariales a través de paritarias, sin molestar al resto de la sociedad”. Pero existe una convicción fuerte entre los funcionarios kirchneristas: si hay que ajustar, el mejor momento es ahora. “No se puede esperar a las elecciones, hay que recortar subsidios y subir tarifas y hay que hacerlo ahora”, manifestó una alta fuente del Ejecutivo. En el Gobierno especulan con que a fin de año el electorado estará acostumbrado a pagar más el boleto de colectivo y subte así como las tarifas de otros servicios y esperan que, para ese momento, el cepo cambiario se haya levantado. “Cuando la gente se quiere ir de vacaciones, quiere comprar moneda extranjera y en general eso no le ocurre sólo a la clase alta, sino a una buena parte de los sectores medios. No se puede generar mal humor con eso”, explican desde el Palacio de Hacienda.
El paro del campo, que incluye un corte en la comercialización de granos y hacienda, empezó contra el aumento de los impuestos en la provincia de Buenos Aires, pero la debilitada Mesa de Enlace lo nacionalizó, aunque no con demasiado éxito. CFK los castigó hace dos semanas calificándolos de “avaros” porque siempre quieren “más y más”.
En el Ministerio de Agricultura aseguran que la diferencia con la crisis de 2008 es que la Mesa de Enlace no tiene consenso. “Dicen que hay protestas en las rutas y la única foto que pudieron difundir fue la de diez productores en Azul. No hay 1.500 personas movilizadas”, explicaron, y añadieron que la situación del campo mejoró mucho. “El Gobierno apuesta al diálogo, pero por separado porque todas las entidades tienen realidades diferentes. Hace un mes nos reunimos con Coninagro y antes con la Federación Agraria para entregar créditos”, agregó la fuente.
Ayer, la CTA cortó los principales accesos a la Ciudad y marchó a Plaza de Mayo. Respaldada por organizaciones de izquierda, la movilización fue contundente. Pablo Micheli, el titular de la central disidente, advirtió que “tres de cada diez argentinos viven en la pobreza” –cifras distintas a las oficiales– y reclamó aumentos salariales que superen la inflación. Disparó otro dato que puede preocupar al Ejecutivo: la idea de una marcha conjunta con el líder de la CGT y cada vez más enemigo del kirchnerismo, Hugo Moyano. “Nos llamó para respaldarnos”, reconoció Micheli. “El Gobierno está haciendo muy mal las cosas en materia de distribución de la riqueza, hay mucha bronca en todo el pueblo, por eso hoy más de 500 mil trabajadores de todo el país paran y se movilizan en contra de la miseria”, precisó Micheli.
Cristian Castillo, del PTS, acompañó la marcha y advirtió que el Frente de Izquierda iniciará un plan de lucha por aumentos de salarios, eliminación del empleo informal y contra la Ley Antiterrorista. Pese a los contratiempos, en el Gobierno aseguran que están dispuestos a asumir el costo de implementar la “sintonía fina” porque no queda otra y hay tiempo para recuperarse.