Guillermo Moreno no descarta que la Presidenta le pueda ofrecer otro cargo. Igual, él no se sentiría descalificado, aunque algún día le pidan la renuncia (algo que todavía no ocurrió): “Yo cumplí. Cristina tendrá este año un buen saldo comercial, y el Central los dólares que necesitaba”, comentó a un fuerte empresario textil de su confianza. Pero el supersecretario mantiene su enojo con las presuntas “operaciones” de prensa de Axel Kicillof para desplazarlo. “Alec no entiende; el establishment me prefiere a mí“, replica sin mucha ironía.
Efectivamente, los empresarios que tienen trato frecuente con Moreno -y así aprendieron a dejar de lado los malos modos del secretario- rescatan su lealtad en las negociaciones para destrabar algunas importaciones críticas o conseguir dólares para prefinanciar exportaciones de algunas Pymes “amigas”. Él mismo se redime: “¡Y no cobro por eso…!”.
Los ejecutivos que lo defienden lo hacen no solo por aquello de que es preferible “malo conocido” que otro “malo” al que no conocen. El funcionario al que no conocen -y que ya tuvo su primer diálogo con la Presidenta en la Casa de Gobierno- se llama Augusto Costa, es el actual subsecretario de Competitividad y fue compañero de estudios del “elegido” Kicillof. Lo que se dice “tropa propia”.
Moreno, lo admite, no se siente cómodo con la juvenilia cristinista. Sostiene que hacen equivocar a la Presidenta. Los acusa de querer apartarlo del poder porque no se bancan a “los peronistas de verdad”, una autoestima que no resigna. Peronista como él, que es muy nacionalista pero no deja de dialogar y debatir de igual a igual con las multinacionales. Uno de esos referentes empresarios, directivo de una trasnacional líder en productos masivos, no tuvo empecho en reconocerlo: “Si no eramos capaces de aguantar a Moreno, hace tiempo que nos hubiéramos ido del país”.
FUENTE: REVISTA NOTICIAS