POR JACOBO GARCÍA/clarín
Fue vencida por el oficialista Juan Hernández. El partido del ex presidente habla de fraude
TEGUCIGALPA. ENVIADO ESPECIAL
Como si fuera una pesadilla de la que no despierta, Honduras amaneció ayer pronunciando palabras que parecían olvidadas desde los convulsos días de 2009: “Golpe de Estado” “fraude institucional ”, “dictadura de la oligarquía”, bramó Manuel Zelaya el día después de un supuesto fraude que abría apartado de la presidencia a su esposa Xiomara Castro. Hasta el momento Xiomara desconoce los resultados oficiales de las elecciones del domingo, que dieron la victoria a la derecha de Juan Orlando Hernández y se proclamó “presidenta de Honduras” la misma noche electoral. Según sus datos habría ganado las elecciones por un margen superior a los 4 puntos.
Pero los hechos demostraron que hasta el momento las palabras son más grandilocuentes que la realidad misma. Apenas 500 personas acompañaron a Manuel Zelaya en su primera comparecencia pública tras la votación.
Tampoco Xiomara Castro apareció ante la prensa y sus seguidores. En realidad a lo largo de su campaña nunca ha dado una rueda de prensa ni se ha sometido a una entrevista en profundidad.
Su equipo de campaña denuncia una serie de irregularidades que tienen que ver con el 20% de las actas que faltan por contabilizar. En total casi 400.000 votos, que según el equipo de Xiomara les beneficia ampliamente y permitiría dar vuelta los casi 80.000 votos de diferencia con los que ganó Juan Orlando. Otras irregularidades tienen que ver con la compra de votos o la tarjeta “cachureca”, con la que se ofrecían descuentos en tiendas de alimentación a los votantes.
Sin embargo el Tribunal electoral confirmó que los hondureños votaron por la continuidad y la “refundación del país” tendrá que esperar. Con el 58% de los votos escrutados, Hernández, del gobernante Partido Nacional, se proclamó vencedor frente a Xiomara que obtuvo el 28%.
Mauricio Villeda, del Partido Liberal logró el 21% y Salvador Nasrala, el excéntrico presentador de televisión que se presentaba por el Partido Anticorrupción consiguió el 15%. Las elecciones del domingo registraron una participación récord del 61% frente al 49,9% que votó en 2009 tras el golpe.
Unos comicios que a pesar de las denuncias de fraude han sido avalados por Estados Unidos, quien por boca de su embajadora habló de un proceso “transparente” y de “fiesta” democrática. La Unión Europea se pronunció en el mismo sentido. Incluso el sandinista Daniel Ortega conversó y felicitó a Hernández. Pero las elecciones del domingo confirmaron también que la fractura que dejó el golpe de Estado de hace cuatro años sigue más abierta que nunca. El país quedó dividido en dos, azules y rojos, Partido Nacional y LIBRE, que se miran con desprecio.
A partir de ahora el vencedor tiene cuatro años para impulsar sus dos propuestas estrella: parar la violencia y poner en marcha las polémicas “Ciudades modelo”. Para frenar la delincuencia el domingo volvió a repetir su eslogan de campaña: “Haré lo que tenga que hacer”.
Y la primera medida será desplegar al ejército en las calles para hacer frente a las maras (pandillas), en uno de los países más violentos del mundo.
Para atraer inversión y puestos de trabajo en el tercer país más pobre de América, se pondrá en marcha las “Ciudades modelo”, un controvertido y surrealista proyecto para el que fue necesario reformar la Constitución. Islas dentro de Honduras, construidas por inversores privados, con sus propias leyes, su sistema tributario, su política de inmigración y su policía. Un país dentro de otro país.