El ahora titular de la Secretaría de Inteligencia (SI), Oscar Parrilli, recibió su premio por haber sido uno de los empleados más fieles al kirchnerismo. Una anécdota lo describe de cuerpo entero: cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner volvió a la actividad en Casa Rosada el mes pasado, después de una internación por sigmoiditis, él se encargó personalmente de que el famoso patio de las palmeras se llene ese mismo día con empleados de la casa de Gobierno para recibirla. Es el más incondicional de la presidenta.
Este neuquino de 64 años fue, desde 2003 cuando llegó Néstor Kirchner a Casa Rosada, el secretario General de la Presidencia, cargo que reafirmó Cristina cuando obtuvo a la presidencia.
Parrilli es abogado de la Universidad de Buenos Aires. Durante su juventud practicó el básquet y llegó a formar parte de la primera división del club Cipolletti de Río Negro. Comenzó su militancia en la década del ’70 cuando conoció a Néstor Kirchner. Dejó la actividad política durante la dictadura y con el retorno de la democracia fue diputado provincial en Neuquén (1983-1987), presidiendo el bloque Justicialista entre 1986 y 1987. En 1989 fue electo diputado nacional por la misma provincia.
En 1991 fue candidato a gobernador de su provincia, pero perdió frente a Jorge Sobisch. Alejado de los primeros planos de la política, en 1998 fue uno de los integrantes del Grupo Calafate, espacio liderado por el entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz, Nestor Kirchner. Cuando éste llegó a la presidencia pasó a estar al lado de los presidentes, sin pausa.
Cuenta la anécdota que cuando Néstor lo llamó por teléfono para avisarle que lo iba a designar, Parrilli se emocionó hasta las lágrimas. La otra vez que se quebró fue ante las cámaras de América cuando defendió al expresidente por una investigación de Jorge Lanata: «¿Qué es lo quieren? Que la gente no recuerde a Néstor Kirchner como seguramente lo recuerda».
Con Cristina tuvo mayor actividad y poder. Se convirtió en el escriba oficial de las desmentidas presidenciales y en encargado de obras de las remodelaciones de la Casa Rosada y Tecnópolis.
«Deje de contar arbolitos en imágenes que le preparan sus asesores y dedíquese, en serio y sin mentiras, a gobernar la ciudad de Buenos Aires, que para eso lo votaron», le dijo a Mauricio Macri por la polémica de los árboles de Tecnópolis y la 9 de Julio.
Después volvió a pelearse con el jefe de gobierno por la estatua de Cristobal Colón: «Ante una nueva…….. ( adjetivelo el lector para que Mauricio no se ofenda) del macrismo y sus opiniones a favor de los diarios ultra oficialistas macristas Clarín y La Nación, relativo a las tareas que se vienen realizando por esta Secretaría General en relación al cuidado y resguardo del Monumento a Colón, en la Plaza del mismo nombre, a su historia y propiedad, pasamos a dar los siguientes datos objetivos y públicos», dijo en un comunicado.
Este año fue uno de los primeros beneficiados en obtener luz de nuevos generadores por parte de Edenor y Edesur cuando una buena parte de la ciudad estaba sin luz.