NAPOLES.- «La corrupción apesta, la sociedad corrupta apesta, como apesta un animal muerto, y un cristiano que deja entrar dentro de sí a la corrupción no es un cristiano, apesta».
De visita en Nápoles, el papa Francisco pidió hoy «reaccionar con firmeza a las organizaciones que explotan y corrompen a jóvenes, pobres y débiles con el cínico comercio de la droga y otros crímenes».
«No cedan a la tentación del dinero fácil y de los ingresos deshonestos. Esto es pan para hoy y hambre para mañana», sostuvo. «El camino del mal siempre roba la esperanza», agregó.
Ante miles de personas, el pontífice dijo: «No dejen que les roben la esperanza, no dejen que vuestra juventud sea explotada por esta gente».
Durante la misa celebrada en la céntrica Piazza del Plebiscito de Nápoles, Francisco se dirigió a «criminales y todos sus cómplices». Planteó: «Hoy, con humildad y como hermano, les pido: conviértanse, déjense invadir por el amor y la justicia, por la misericordia de Dios, sean conscientes de que Dios los está buscando para abrazarlos, para amarlos, perdonarlos».
«Con la gracia de Dios, que todo lo perdona, es posible regresar a una vida honesta», agregó.
Francisco arrancó su visita en el barrio de Scampia, en el norte de la ciudad, tristemente célebre por la guerra entre clanes de la Camorra y por el libro Gomorra, de Roberto Saviano.
En Scampia, símbolo de los problemas que aquejan al sur de Italia -desempleo, ilegalidad, criminalidad organizada-, el Papa se refirió a la corrupción pero sin mencionar a la mafia.
«Ninguno de nosotros puede decir «nunca seré corrupto»», planteó Francisco, y advirtió que cada uno corre el riesgo de «caer en la corrupción y deslizarse hacia la delincuencia».
«Los que transitan la vía del mal roban un pedazo de esperanza, a si mismos, a la sociedad, a mucha gente honesta, a la buena reputación de la ciudad, a su economía», dijo.
«La corrupción es sucia», lanzó. «Queridos napolitanos, viva la esperanza, no se dejen robar la esperanza», dijo. También pidió que «el futuro de Nápoles no se resigne a plegarse sobre sí mismo, sino que se abra al mundo».
Después de Scampia, en un papamóvil sin blindaje, Francisco se trasladó a la Piazza del Plebiscito, en el corazón de la ciudad, donde celebró una misa ante miles de personas.
Tras la misa, Francisco almorzó con 90 detenidos de la cárcel de Poggioreale.
Después de un breve descanso en el arzobispado, el pontífice irá a la catedral para venerar las reliquias de San Genaro, donde también se reunirá con el clero y religiosos. Francisco cerrará la visita con un encuentro con jóvenes y familias en la costanera Caracciolo, frente al Golfo de Nápoles.
fuente LA NACIÓN