El Gobierno jugó ayer una carta fuerte para evitar la aprobación de la ley antidespidos y apeló a incomodar a un sector de la oposición para lograr frenar el proyecto. El presidente Mauricio Macri asumió en persona la movida y responsabilizó a Sergio Massa y al resto del arco político de hacerle el juego al kirchnerismo si deciden avanzar con la doble indemnización.
«Invito a Sergio Massa y a la mayoría de los dirigentes a que realmente no acompañemos al kirchnerismo en esta propuesta», planteó en una conferencia de prensa en la Casa Rosada en la que anunció su decisión de otorgar una partida extra de 500 millones de pesos para las universidades nacionales.
Con una estrategia estudiada, el Presidente personalizó en el jefe del Frente Renovador la responsabilidad de que el proyecto no prospere en la Cámara de Diputados tras la aprobación que recibió la semana pasada en el Senado.
La jugada intentó pegar a Massa con los diputados del Frente para la Victoria, a pesar de que en la Cámara alta la iniciativa recibió el apoyo de los peronistas puntanos Liliana Negre de Alonso y Adolfo Rodríguez Saá, el neuquino Guillermo Pereyra (MPN), los senadores de UNA Alfredo Luenzo y Miriam Boyadjian, además de Jaime Linares (GEN-Buenos Aires), Magdalena Odarda (CC-Río Negro) y Fernando Solanas (Proyecto Sur-Capital). Junto al Frente para la Victoria, consiguieron aprobarla con los dos tercios de los votos.
«Hay un conjunto importante de argentinos que apuesta al futuro. Creemos que estamos para más, que tenemos la capacidad de salir del estancamiento y crear empleo de calidad», remarcó el Presidente para descartar el proyecto aprobado en el Senado, que establece la doble indemnización por 180 días.
Los diputados opositores no fueron los únicos destinatarios del mensaje: Macri metió además una cuña en los sindicalistas, principales impulsores de la ley, a quienes les enrostró que no habían conseguido la unidad que buscaban con el masivo acto que hicieron con reclamos al Gobierno.
«No han tenido unanimidad de criterio en la marcha del viernes», los cruzó el Presidente, con la idea de dividir el reciente intento de reunificación de las centrales obreras.
«Al sindicalismo le quiero decir que espero seguir sentado alrededor de una mesa como hemos estado haciendo todos estos meses, discutiendo los temas específicos que hemos puesto en marcha», los apuró. Fue otro mensaje para Hugo Moyano, a quien había elegido como su principal interlocutor.
En principio, el Gobierno consiguió romper la unidad con el faltazo y las críticas que disparó Luis Barrionuevo, de la CGT Azul y Blanca; la ausencia del líder del poderoso gremio de los empleados de Comercio, Armando Cavalieri, y la foto que distribuyó anteayer el jefe de Gabinete, Marcos Peña, junto al dirigente rural Gerónimo «Momo» Venegas.
El Gobierno redoblará la apuesta para ganar tiempo y, así, pagar el menor costo político posible frente a la decisión presidencial de vetar la ley una vez que se sancione. Las autoridades de Cambiemos en el Senado hasta anoche no habían remitido el proyecto a la Cámara de Diputados.
El propio Macri marcó el paso y pidió que fueran invitados los funcionarios nacionales a exponer en la Cámara baja cuando se trate el tema, en otra jugada para dilatar la llegada del proyecto al recinto. «Espero que el debate del Congreso nos dé la oportunidad a todos los argentinos de entender cuál es el camino, insisto, que no es el camino de la arbitrariedad sino que es el camino de la confianza, el camino de creer en nosotros mismos», reclamó.
Allegados al Presidente destacaron que la idea de esa frase fue destinada a imponer una agenda de audiencias en la que participen desde el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, hasta el de Hacienda, Alfonso Prat-Gay. Además, quieren incluir a los representantes de las pymes para contraponer posiciones.
El Gobierno se ilusiona con que el tratamiento del proyecto se postergue dos meses. Ese sería, en la visión de la Casa Rosada, el plazo ideal para poder mostrar resultados concretos de la baja de la inflación después de que abril cerró con una cifra cercana al 7%. «Si baja a 3 en mayo y el mes siguiente a 2 puntos, podremos mostrar que no nos equivocamos con las medidas económicas», insiste un funcionario nacional.
La estrategia planteada ayer por Macri tuvo su primer resultado: a pesar de sus quejas por el tono de las críticas presidenciales, Massa decidió no dar quórum mañana para la sesión especial pedida por el Frente para la Victoria, bloque que pretendía apurar el debate de la iniciativa ante la demora del oficialismo en avanzar en comisión con el tratamiento del dictamen.
fuente LA NACIÓN