Desde que regresó al país, el pasado 19 de febrero, Antonio «Jaime» Stiuso se prepara para declarar en todas las causas judiciales en las que está citado como testigo o imputado. Tiene el firme objetivo de complicar en los tribunales a quienes cree que lo persiguieron con denuncias y amenazas a él y a su familia: Cristina Kirchner, Oscar Parrilli y Carlos Zannini.
También involucrará en Comodoro Py a quienes le atribuyen haber sido un «servicio de inteligencia paralelo»: César Milani, con el Ejército; Fernando Pocino, con la ex SIDE, y Aníbal Fernández, con ex agentes de fuerzas de seguridad.
Además, se reserva municiones para el ex número dos de la ex SIDE Francisco «Paco» Larcher, que secundaba a Héctor Icazuriaga.
A todas luces, la «guerra de los espías» del kirchnerismo no terminó. Stiuso guarda información, archivos y grabaciones de causas judiciales en las que colaboró. Muchas comprometen a la cúpula del kirchnerismo.
De una parte de esa información se abastecía la investigación del ex fiscal del caso AMIA Alberto Nisman para luego obtener pruebas con las que acusó a Irán por el atentado terrorista de 1994. Y con ese aporte Nisman denunció a Cristina Kirchner el 14 de enero de 2015 por supuesto encubrimiento al régimen iraní. El 19 de enero, Nisman apareció muerto.
Stiuso está convencido de que él y Nisman cayeron en desgracia en 2013 cuando Cristina pactó con Irán y utilizó a aquella «inteligencia paralela» para desplazarlos, dormir la causa, romper relaciones con Estados Unidos y afianzar una alianza con Irán y con Venezuela. En 2005 el entonces presidente Néstor Kirchner había respaldado a Nisman y a Stiuso.
Ahora, el ex espía les asegura a sus amigos que «está retirado» de la ex SIDE. Pero admite que «es una profesión que nunca se abandona».
Dice que vive de su empresa y de su jubilación y que se dedica a su familia -tiene dos hijas mayores y una menor-. Asegura sentirse seguro con el gobierno de Mauricio Macri y admite que regresó de su exilio en EE.UU. porque Cristina, a quien calificó de «loca», dejó el poder.
Los acusa a ella y a Aníbal Fernández de haber tenido planes para asesinarlo. Les atribuye las amenazas que recibió. Quiere demostrar ante los jueces que la ex presidenta, sus ex agentes y ministros cometieron graves delitos de corrupción y abuso de poder y que están implicados en la muerte de Nisman. Prepara una estrategia con ese fin.
Sobre el actual director de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas, Stiuso no tiene objeciones en lo personal. Pero lamenta que no sea un experto en inteligencia. Sin embargo, algunos de los ex agentes de la época de Stiuso fueron reincorporados al organismo. Y hay muchos que relacionan algunos episodios recientes con esa influencia que Stiuso ejercería indirectamente sobre la AFI. «Es una pena que no se explote al máximo la potencialidad de la ex SIDE como instrumento no sólo de inteligencia, sino también de política exterior para la reinserción de la Argentina en el mundo», comentó a ex funcionarios.
La subjefa de la AFI, Silvia Majdalani, tiene buen concepto de Stiuso y lo conoce como a tantos ex agentes. Es más: junto con Arribas suele admitir que «en la casa» es el hombre más reconocido por los espías. Todavía conserva cercanía con jueces federales. No tiene custodia personal. Por aquellas amenazas tras la muerte de Nisman, confía en la protección de servicios de inteligencia extranjeros.
Maneja su propio automóvil y ningún otro vehículo lo custodia. El kirchnerismo denunció durante 2015 a Stiuso por escuchas, enriquecimiento ilícito, mal desempeño en la AMIA y hasta por la muerte de Nisman. «Quiere limpiar su buen nombre y honor», dijo un allegado. En calidad de testigo, Stiuso culpó a Cristina por la muerte de Nisman ante la jueza penal Fabiana Palmaghini. Y reveló que ella le había ordenado a Larcher en 2013 que instruyera a Stiuso y Nisman de abandonar la pista iraní, cosa que no hicieron, y ello desató un conflicto imparable dentro de la ex SIDE.
Luego Larcher, también como testigo ante Palmaghini, desmintió lo dicho por Stiuso y desconoció tal orden de Cristina. Stiuso se siente defraudado por Larcher, en quien confiaba. Y podría presentar testigos presenciales de aquella reunión: uno sería Alberto Mazzino, ex director de Análisis de la ex SIDE. Quiere dejar incurso a Larcher en un falso testimonio.
Por aquella supuesta orden, Stiuso no le perdona a la ex presidenta la «destrucción del servicio de inteligencia» y la creación de su «inteligencia paralela» con Milani, Pocino y Aníbal Fernández. Con ese espionaje K consolidado, ella lo echó en 2014.
fuente LA NACIÓN