Fue un lunes negro, de teléfono cerrado y persianas bajas. «No me asomé ni a la puerta», recuerda Margarita Stolbizer sobre el 26 de octubre del año pasado, un día después de las elecciones presidenciales en las que quedó quinta, con apenas el 2,51 por ciento de los votos. «Pensé que mi carrera política estaba terminada», confiesa hoy, risueña, en la enésima llamada del día, en pleno viaje por la autopista Illia.
Sólo diez meses después de aquel cachetazo político, el contraste no podría ser mayor: la diputada nacional por GEN ocupa desde hace varias semanas el centro de la escena política, se transformó en la enemiga número 1 del kirchnerismo, desplazó a Elisa Carrió en el papel de denunciante de la corrupción y es protagonista de una disputa entre el Gobierno y el Frente Renovador por tenerla como candidata el año que viene.
Para coronar el mes de mayor exposición de su vida, en 24 horas se reunió a solas con Mauricio Macri y fue estrella ayer de la cumbre del Frente Renovador en Parque Norte. Lo va a rematar hoy, con la presentación de su libro Yo acuso, cita que reunirá a Sergio Massa, María Eugenia Vidal y Miguel Lifschitz, gobernador socialista de Santa Fe.
«El partido GEN forma parte del frente Progresistas. Con ellos definiremos el año próximo nuestros acuerdos electorales», salió a aquietar las aguas ayer a la tarde. Fue después de haberse ganado, unas horas antes, la ovación de la dirigencia massista por una frase que rebotó con fuerza en las paredes de Parque Norte: «Vengo convencida de que éste es el lugar donde tengo que estar», se despachó, al abrir su discurso.
No fue una frase dicha al azar. Margarita ya no esconde su cercanía con el ex intendente de Tigre. Hablan, al menos, una vez por semana.
«Compartimos con Sergio el lugar de quienes no estamos con el Gobierno ni con La Cámpora. Somos un espacio intermedio», dice, y deja abierta la puerta a la construcción de un acuerdo electoral.
En la intimidad, Massa se la imagina al tope de la lista para el Senado por la provincia de Buenos Aires, como pieza clave de una estrategia que le permitiría a él reservarse para 2019.
Contrincante
Otra mujer trabaja para arruinarle los planes al jefe del Frente Renovador: la gobernadora de la provincia de Buenos Aires. «Se quieren y se respetan», dicen cerca de María Eugenia Vidal sobre la relación que tiene con Stolbizer, y reconocen que, reconfiguración del mapa político de por medio, también sueñan con tenerla como candidata del oficialismo. Fue una de las primeras personas con las que se reunió la gobernadora tras ganar las elecciones, en la casa de Margarita. Fue fácil acordar el encuentro: vivían a cuatro cuadras, las dos en Castelar.
Lejos de generar fricciones internas, el estrellato de Stolbizer renovó el entusiasmo de sus socios políticos: el Partido Socialista y Libres del Sur. «Es nuestra líder. Puede dialogar de igual a igual con los referentes de las distintas fuerzas. Prestigia a todo el espacio», dijo Alicia Ciciliani, diputada nacional por el socialismo. Victoria Donda también pasó ayer por la cumbre de Parque Norte y ya declaró más de una vez que ve con buenos ojos una alianza electoral con los renovadores. Margarita es hoy la líder nacional que los progresistas perdieron por el declive de Hermes Binner.
Ella empezó a notar el cambio hace varios meses, pero terminó de corroborarlo en los Juegos Olímpicos, adonde viajó para acompañar a su hijo, Nicolás Laprovittola, jugador del seleccionado de básquet.
La contracara de Cristina
«Los argentinos me paraban para saludarme, sacarse fotos. En un momento, empezaron a cantar mi nombre. Pero enseguida le agregaban: «Para Cristina que lo mira por TV».» Margarita no se confunde: acepta que le debe a la ex presidenta su pasaje al centro de la escena. «La gente me ubica como la contracara de Cristina y los dirigentes están atentos a esa realidad», dice Stolbizer.
Se conocieron en 2000, cuando compartieron como diputadas la comisión parlamentaria de investigación del lavado de dinero, un ámbito que reunía también a Carrió y a Daniel Scioli. «Cristina llegaba cubierta de maquillaje y rodeada por un séquito de asesores», recuerda Margarita, en un capítulo del libro que presenta hoy, publicado por Margen Izquierdo, la editorial de Luis Majul. Ella jura que sus denuncias contra la ex presidenta empezaron sin una planificación previa, cuando descubrió «inconsistencias» al comparar sus declaraciones juradas.
El kirchnerismo también se fijó en Margarita. A las denuncias que le hizo la ex presidenta se sumaron algunas excursiones por su pasado. La semana pasada le recordaron que en pleno gobierno de la Alianza había defendido en la Cámara de Diputados el proyecto de flexibilización laboral, la llamada ley Banelco. «No puedo renegar de eso. Fui funcional y trabajé para facilitarle las leyes a ese gobierno, que terminó con el mayor fracaso de la democracia, por las expectativas que había generado», dice hoy, y enseguida agrega: «Lo que nadie va a poder decirme nunca es que me llevé un vuelto».
fuente LA NACIÒN