Si hay que buscar motivos para explicar la salida de Isela Costantini de Aerolíneas Argentinas hay que centrarse en dos puntos principales: los gremios y la competencia.
El primero tiene que ver con la negociación salarial. Aerolíneas y Austral terminaron sus acuerdos paritarios de este año muy por encima de lo que obtuvieron otros gremios que también negociaron y que tuvieron como contraparte al Estado. No sólo eso, el grupo entregó más premio que el que dio el Ministerio de Transporte con otros sindicatos del sector.
En el Gobierno admiten formalmente un aumento del 35% a los principales sindicatos de la aerolínea de bandera, especialmente cuando se pregunta sobre los pilotos.
Pero cuando se distiende la conversación, dicen expresamente que si se suma el aumento salarial más todos los bonos y beneficios, los gremios del sector, y los pilotos en particular, llegaron a una recomposición cercana al 49%.
No sólo eso. También se entregó una enorme porción en forma no remunerativa, para evitar el pago de Ganancias y de todo tipo de impuestos. Por lo menos durante 11 meses, los pilotos no pagaran el 35% de Ganancias. Aplauso para los pilotos, y en particular para Pablo Biró: fue el gremialista récord, el que más logró sacar en las negociaciones con el Gobierno. Incluso más que otros sindicatos que también negociaron con funcionarios del Ministerio de Transporte.
El punto, por supuesto, no pasó desapercibido para el Gobierno. Fueron casi 90 días de negociaciones con un paro en el medio. La relación entre la cúpula de la aerolínea y los pilotos terminó casi mejor que nunca. La billetera ajena, estatal, lo puede todo.
En el Ministerio no quedaron conformes con esta negociación. Les cuesta poder explicar a otros gremios nada menores, como los ferroviarios o los del transporte de colectivos, por qué a los pilotos y a los empleados de aerolíneas se les dieron más beneficios.
La molestia es palpable. Además de la salida de Costantini, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, pidió el retiro al director de Recursos Humanos, Daniel Maggi, un ex Lan que llegó hace un año. En su reemplazo se quedará Juan Uribe. Es un hombre de estrecha confianza de Dietrich que hasta anteayer era el director de Recursos Humanos del ministerio.
El otro gran punto tiene que ver con la posición del Gobierno y de la empresa ante la audiencia pública que se llevará a cabo el próximo martes 27 y en la que se debatirá la llegada de nuevas empresas aéreas.
Cuatro personas contaron a LA NACION que hubo un entredicho fuerte entre el ministro y la ex ejecutiva sobre el punto. Todo empezó cuando se tomó la decisión de, justamente, llamar a una audiencia.
Ni más ni menos que el socio mayoritario de Aerolíneas, el Estado, está propiciando el ingreso de otras empresas para que compitan, justamente, con su compañía. ¿Qué hacer ante esta situación?, se preguntaron en el Gobierno y en Aerolíneas.
Todos presumen que el primer año, al menos, Aerolíneas irremediablemente perderá mercado. Seguramente transportará menos pasajeros sólo por el ingreso de competencia. Claro que seguramente también transportará muchos más pasajeros cuando el mercado madure. Pero las maduraciones tardan.
En Aerolíneas se planteó entonces si ir o no a la audiencia, anotarse como orador y plantear impugnaciones respecto de los pedidos de sus futuros competidores. El tema llegó a Dietrich. El ministro dijo que no estaba bien que el Gobierno, por un lado, intente seducir a inversores aéreos para que vengan a volar en la Argentina, y, por otro, con su compañía líder del mercado se presente a impugnar sus pedidos.
Se trata, pues, de una formalidad, si se quiere. Los resultados de la audiencia, como sucede en todos los servicios públicos, no obligan al Gobierno. Pero el gesto de ver a Aerolíneas impugnar a sus competidores no estaba en los planes del ministro de Transporte.
Sucedió, entonces, que la decisión fue no participar de la audiencia. Días después de que aquella decisión ya estaba cerrada, en el Ministerio se enteraron de que los gremios se presentarían a oponerse a la llegada de futuras aerolíneas. En las oficinas de Dietrich interpretaron, o por lo menos así les contaron, que esa iniciativa en el fondo estaba propiciada por Aerolíneas, puntualmente por algunos ejecutivos cercanos a Costantini y por la propia presidenta de la línea de bandera.
Así la relación se resquebajó. Igualmente, el martes pasado, el ministro le ofreció a Costantini seguir como presidenta de la compañía aérea estatal. Cuentan que aceptó. El acuerdo era ella como representante de la empresa y Mario Dell’ Acqua, en la gestión. La ex ejecutiva aceptó. Pero recapacitó rápido. A los 15 minutos llamó nuevamente al ministerio. Y entonces dijo que se iba.
fuente LA NACIÒN