La oficina del quinto piso del Palacio de Hacienda está completamente despojada. El flamante ministro, Nicolás Dujovne , no tiene fotos personales, libros -la biblioteca detrás de su escritorio está vacía- o cualquier detalle que le imprima un sello personal. «Este es mi primer día acá, toda la semana pasada trabajé desde la Jefatura de Gabinete», explica. Como quien se incorpora a un trabajo nuevo, en una entrevista con LA NACION el economista que reemplazó a Alfonso Prat-Gay se muestra cauto en la elección de sus palabras, evita hablar de «ajuste» y matiza sus definiciones. Pero, en línea con lo que pregonaba en sus días como consultor, reafirma que «los impuestos al trabajo son ridículos», y anticipa que como parte de la reforma tributaria integral que piensa encarar habrá un replanteo de los aportes patronales y personales y cambios en el impuesto al cheque.
-No se prorrogó la devolución del IVA por las compras con débito. ¿Por qué?
-Lo que teníamos era un subsidio a los usuarios de tarjeta de débito, y no era el más eficiente en términos de equidad. Los sectores de bajos recursos usan menos la tarjeta débito que los de ingresos medios y altos. Además, hay otro fenómeno y es que tanto en el Banco Central como en el resto del Gobierno estamos tratando de impulsar el uso del dinero electrónico, que no es sólo la tarjeta de débito. Nada de eso tiene devolución de IVA y, en este contexto, era un ruído para la universalización de medios electrónicos que haya uno beneficiado por sobre los demás.
-¿Hay algo en agenda para compensar el impacto en el bolsillo?
-Acabamos de hacer una rebaja gigante en Ganancias, que ahora se llama impuesto a los ingresos. Vamos a remover el avispero y vamos ver unas cosas que juegan para un lado y otras para el otro. Es muchísimo más fuerte el impacto de Ganancias que el de las tarjetas de débito.
-¿Se planteará una revisión del IVA y del impuesto al cheque, como trascendió?
-Vamos a proponer una reforma tributaria integral. Hoy es el primer día que estamos sentados acá. Es pronto para decirles qué vamos a hacer, dénme un tiempito. Mi obsesión es lograr bajar el nivel de informalidad de la economía argentina. El 35% es informal, en buena medida porque hay algunos sectores que no pueden enfrentar la carga tributaria. Los impuestos al trabajo son ridículos. Tenemos una sobretasa del 40% por encima del salario de bolsillo, entre las contribuciones personales y patronales. Sobre eso, después el empleado tiene Ganancias. La proporción de la carga impositiva en relación al salario de bolsillo es muy grande y atenta en contra de la formalidad. El impuesto al cheque también atenta en contra de la formalidad. Tenemos muchos objetivos fiscales a la vez.
-En 2016 se bajó la presión tributaria en 1,7 puntos del PBI. Si tuviera que traducir esa meta para este año, ¿de cuánto sería?
-En términos de producto, tanto este año como el que viene estamos reduciendo impuestos. Ahora necesito algunos meses de trabajo para armar una reforma tributaria para proponerle al resto del equipo del presidente Macri.
-¿Qué tiempos le dio Macri?
-No hablamos de tiempos.
-¿Cuál es la última cifra que manejan del blanqueo?
-Andamos por los 103.000 millones de pesos de recaudación. Hay una relación bastante parecida entre la recaudación en pesos y la cifra en dólares. Con lo cual, la cifra de exteriorización de activos anda por los 100.000 millones de dólares.
-¿Qué expectativas tienen para la próxima etapa hasta marzo?
-No tengo un número, pero tengo bastante expectativa de que sea fuerte, pero no voy a tirar un número.
-¿Puede haber prórrogas o un rediseño del bono a siete años para atraer a más gente?
-No. Eso requiere de un DNU, y vamos a seguir con el formato actual.
-El presupuesto prevé una suba del gasto del 22% anual este año. ¿Cómo va a lograrlo? Van a tener que hacer un ajuste…
-No hay un ajuste. Trabajamos con una pauta de inflación del 17%, y si le ponemos además el 3,5% de crecimiento del PBI, nos estaría dando un aumento del gasto nominal.
-Sí, pero hay un aumento del gasto del 1% del PBI por el plan de Reparación Histórica a jubilados, un recorte de ingresos del 0,5% del PBI por los cambios de Ganancias…
-Eso nos obliga a ser muy cuidadosos con el gasto no automático. Si uno mira lo que ocurrió en 2016, el rubro Otros bienes y servicios de la administración pública tuvo un crecimiento muy por debajo de la inflación, mostrando que hay enormes ganancias de productividad para hacer en términos de eficiencia del sector público. Este año va a ser parecido en ese sentido, porque tenemos el gasto social y el gasto en infraestructura creciendo.
-Si no fuera por el blanqueo, el déficit, dijo usted en el pasado, hubiera sido del 5,5% del PBI.
-Es cierto que en 2016 la meta del 4,8% en parte se alcanzó con los ingresos del blanqueo, lo cual genera un desafío para este año. Tenemos una meta de déficit de 4,2% en 2017, que es exigente, pero la idea es sobrecumplirla. Tenemos un cálculo de recursos que puede ser superado por el blanqueo. Los aumentos en los recursos que se produzcan por esta vía los vamos a ahorrar. No vamos a aumentar el gasto, sino que vamos a disminuir el déficit.
-Como consultor se preguntaba si el déficit es expansivo porque la economía agrega recursos a la demanda, o si es contractivo porque desplaza al sector privado y encarece el financiamiento. ¿Encontró la respuesta?
-Ese es un equilibrio muy finito. Hay que ser pragmático y mirar las señales del mercado: cuando empieza a preocuparse porque el déficit es muy alto y las tasas de interés empiezan a subir, ahí el déficit es contractivo. Cuando uno tiene una demanda infinita de bonos y las tasas están bajando, aumentar el déficit es expansivo. En esa tarea vamos a influir. Tratando de ser como el líbero que maneja la línea defensiva de un equipo de futbol, diciendo: vamos para acá o vamos para allá. Mi objetivo es volver a tener metas trianuales de déficit, que ya las habíamos abandonado [se habían anunciado en enero pasado]. Aspiro a tener un sendero de metas fiscales bien clarito para este año, 2018 y 2019. Quiero hacer una conferencia de prensa cada dos meses donde expliquemos cómo vamos en términos de la ejecución presupuestaria tanto en términos devengados como de caja, explicando dónde se generaron los ingresos y dónde hubo desvíos o gastos, qué medida tomamos con impacto fiscal de los dos lados. Quiero abrir y mostrar más información.
-El año pasado el equipo económico falló en sus pronósticos de inflación, en anticipar cuándo se recuperaría la actividad y en que iban a venir inversiones. ¿Cuáles pueden ser los riesgos para sus pronósticos?
-El problema es que uno no sabe dónde están. A comienzos de 2016 las incertidumbres eran muchísimo más grandes: estábamos en default, con tipos de cambio múltiples, un cambio de Gobierno… Ahora todas esas incertidumbres son menores y el margen de error es menor.
-En su momento dijo que «la Argentina necesita de cierta dosis de estabillidad cambiaria para que la inflación siga bajando». ¿Eso significa que ve un atraso del tipo de cambio?
-Lo que digo es que cuando se mueve el tipo de cambio aquí hay más traspaso a precios que cuando se mueve en otros países de la región. Pero no es un área de Hacienda. En el mediano y largo plazo un déficit fiscal más bajo implica un tipo de cambio real más competitivo, porque el sector público se está endeudando afuera permanentemente para financiarse y eso presiona, tendiendo a apreciar el tipo de cambio. Desde ese punto de vista también el orden fiscal será un aporte a la competitividad.
fuente LA NACIÒN