A Eduardo Freiler le gusta hacer chistes. Extrovertido, siempre de buen humor, «Chiche», como le dicen en Comodoro Py, no tenía un buen día la semana pasada. Un colega camarista, con algo de picardía, le sugirió que podía ser su último acuerdo en la Sala I de la Cámara Federal, según pudo reconstruir LA NACION. Freiler bajó la cabeza y asintió en silencio.
Faltaba una semana para que el plenario del Consejo de la Magistratura tratara la acusación por enriquecimiento ilícito; Freiler no confiaba en su suerte, después de que el consejero Jorge Candis compartió una semana en Roma junto con el oficialismo. Pero el camarista lucía ayer en Tribunales con mejor semblante, con aires de alivio.
La avalancha de rumores sobre operadores que trabajaron en las sombras se alimenta en los pasillos, pero se desvanece ante las relaciones directas entre Freiler y el kirchnerismo, que tiene como último eslabón a Candis.
Pero hay otros ingredientes: su ascendencia como camarista sobre una camada de jueces que destacan su carisma, su contención y su cintura. Desde el oficialismo, además, atribuyen su buena salud a un tácito aval con buena parte de la comunidad judicial, celosa del «ataque» contra cualquier juez.
«Después de Gils Carbó, Freiler es lo más importante que le queda al kirchnerismo en la Justicia», sentenció ayer un experimentado juez. Freiler resiste en un lugar estratégico que le permitiría, por ejemplo, intentar salvar a Cristina Kirchner en tres causas judiciales.
El kirchnerismo había logrado, en su afán por controlar la Justicia, reunir mayoría en la Sala I de la Cámara Federal, lo que le habilitaba una revisión sobre la mitad de las causas de Comodoro Py. La dupla compuesta por Freiler y Jorge Ballestero votó en conjunto durante largos años. Pero el ingreso de Leopoldo Brugglia tras el cambio de gobierno y una postura diferente de Ballestero en algunas causas con sensibilidad política modificaron el panorama.
Freiler es un sobreviviente. Una esperanza para el kirchnerismo en una sala clave que, por ejemplo, tiene o tendrá intervención en Los Sauces, Hotesur y la causa por desvío de dinero de las obras viales en Santa Cruz, tres casos que complican a la ex presidenta. El voto de Freiler fue determinante, por ejemplo, cuando avaló el apartamiento del juez Claudio Bonadio en Hotesur. ¿Otra? Fue el único que votó a favor del pedido de Florencia Kirchner para que la Justicia levantara el embargo sobre sus fondos, requerimiento que no prosperó.
El kirchnerismo tenía que salvarlo. Recurrió a Julián Álvarez. El ex secretario de Justicia, que supo ser un ferviente camporista, mantiene su influencia en Comodoro Py. Y lo más importante: Álvarez es el jefe político de Candis. Le consiguió ese lugar en el Consejo como representante de los académicos. Cuando se agitó el avispero con la supuesta conversión de Candis, Álvarez levantó el teléfono para llamar al consejero el miércoles, según pudo saber LA NACION. En ese momento empezaron las dudas, que terminaron con el aval del consejero a Freiler.
Comodoro Py está dividido. El sentido de «corporación» judicial es el principal argumento de los principales defensores de Freiler. El camarista puede oficiar de «tapón» para lo que imaginan como una «ataque» del oficialismo hacia otros de los 12 jueces federales porteños. Como si se tratara de una mala palabra, sus defensores, sin embargo, evitan siquiera mencionar el apellido de Freiler en los pasillos de los tribunales. Todos descartan haber ejercido alguna influencia para salvarlo.
«Nos echan la culpa a nosotros porque es más fácil que hacerse cargo. [El oficialismo] no sabe manejar estos temas», lanzó, enojado, un camarista. El juez Ariel Lijo, por ejemplo, que tiene una buena relación personal con Freiler, habló el lunes a la noche con el ministro de Justicia, Germán Garavano, para desvincularse de cualquier defensa de su colega.
fuente LA NACION