En reclamo de una «Justicia independiente» se congregó ayer un nutrido grupo de personas frente a los tribunales de Comodoro Py, donde tienen sus oficinas los jueces federales responsables de las principales causas de corrupción. Según los organizadores fueron miles, aunque la policía dio cifras más ajustadas.
Pedían el «fin de la impunidad», el avance de las investigaciones contra el gobierno kirchnerista y «cárcel» para la ex presidenta.
En pleno feriado, los tribunales estaban vacíos. La manifestación era en la calle, del otro lado de las rejas, ayer tapadas con carteles y banderas argentinas. El acto estaba convocado para las 15 y a las 16 los manifestantes ocupaban las dos manos de la avenida Comodoro Py, en la cuadra de los tribunales y en la siguiente, frente al Correo Argentino. «No tienen huevos», gritaban apuntando hacia los despachos de los jueces. Los magistrados federales y la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, eran los principales destinatarios de cantos y pancartas.
Los manifestantes vivaban, en cambio, al fiscal José María Campagnoli. En sintonía con el Gobierno, le pedían a su jefa, la procuradora, la renuncia. «Fuera Gils Carbó/ fuera Gils Carbó», repetían en un canto que mutó hacia «Campagnoli/ Campagnoli». También había carteles con la cara del fiscal Alberto Nisman, muerto en circunstancias que la Justicia todavía no aclaró, y pancartas de familiares de los fallecidos en la tragedia de Once. Sin tarima y sin oradores, la manifestación no tenía un epicentro. Se sucedían cantos aislados que se unificaban con el Himno Nacional.
«Moro, vení», rezaba, en alusión al juez brasileño del Lava Jato, la cartulina rosa que levantaba sobre la cabeza Marcela Nigro, licenciada en Letras. «Necesito una Justicia ejecutiva y ciega. Venimos porque los jueces son los responsables de lo que pasa con las instituciones», dijo Nigro, abrigada con un poncho celeste y blanco. «Si Cristina fue lo que fue es porque la Justicia la dejó», acotó a su lado su marido, Osvaldo Castaño, que es ingeniero.
«¿Quién protege a Julio De Vido?», decía un cartel atado al alambrado. Si bien los mensajes coincidían con los reclamos del Gobierno a la Justicia, en el acto no había una sola bandera partidaria; todas eran argentinas. Tampoco había funcionarios ni personajes de la política, a excepción de la diputada del Parlasur Mariana Zuvic, la legisladora porteña Paula Oliveto, el ex diputado Fernando Iglesias, el ex consejero de la Magistratura Alejandro Fargosi y Marcela Campagnoli, hermana del fiscal y secretaria de Educación del municipio del Pilar.
«Y ya lo ve/ y ya lo ve/ para Cristina que lo mira por TV», cantaba un grupo apretado cerca de la puerta de los tribunales. Pero en ese mismo momento Cristina Kirchner hablaba desde el estadio de Arsenal. «En vez de volver, tienen que devolver.» El cartel, de Marcelo Kamijo, le hablaba a ella. Hijo de japoneses, Kamijo es mecánico jubilado y vive en José C. Paz.
La policía sostenía ayer que había unas 1500 personas, muchas menos de las que estimaban los manifestantes, que celebraban ser «miles». Guillermo Lipera, presidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, decía que eran 10.000. «Los ciudadanos estamos tomando conciencia de la necesidad de salir a la calle para que algunos jueces se pongan las pilas», dijo Lipera a LA NACION. «Esto no se arregla con una Ajufe [la nueva agrupación que crearon los jueces federales]. Ellos [por los jueces] tienen que explicar por qué no hicieron hace doce años los reclamos que hacen hoy», afirmó.
Como la movilización era sin aparato, los cantos eran casi todos a capela. El único redoblante era el que tocaba Gonzalo Gutiérrez, de bigotes, rodeado por mujeres que saltaban. «Borombombóm/ borombombóm/ para Lilita/ que convocó.» Elisa Carrió, que fue uno de los motores de la marcha a través de las redes sociales, no estuvo. Está de viaje, según informó su vocero.
Los manifestantes, en su mayoría, eran gente de más de 50 años. «¿Dónde están los jóvenes? ¿No piensan?», dijo a LA NACION una señora indignada. Juan Cruz Ottaviano, un estudiante de 20, era uno de los jóvenes que sí participaban del acto. «Vengo para que se acabe la impunidad. Que los que tienen que ir presos vayan tras las rejas. Y para apoyar el cambio», dijo. De rastas y camiseta argentina, tomaba mate con dos amigos. La tarde se había vuelto fría y ventosa. Cuando se hizo de noche, la movilización ya había terminado.
Postales de PY
La monja de los «cien físicos»
«Dejen pasar a la hermana», pidió un hombre, que agachó la cabeza en señal de reverencia y juntó las manos, palma con palma, como rezando. Vestida con un hábito negro, crucifijo y velo, se abrió camino una mujer disfrazada de monja. Llevaba en una mano una bolsa de nylon que decía «cien físicos» y en la otra una mochila con un cartel: «A devolver lo que robaron».
Afuera, la furia; adentro, el desierto
Los destinatarios de todos los reclamos de la marcha eran los jueces federales, pero ayer no había ninguno en los tribunales de Comodoro Py. En pleno día feriado y por la tarde, los pasillos del gigantesco edificio estaban desiertos. «No hay ninguno que se haya registrado», informó a LA NACION un funcionario al tanto de las novedades del libro de ingresos. Ayer, como pasa durante los fines de semana, debía asentarse cualquier entrada al edificio. Aunque los manifestantes gritaban y cantaban mirando los tribunales, adentro no había más que un puñado de empleados y funcionarios judiciales.
Jornadas sobre lavado y evasión
La Procuraduría de Criminalidad Económica (Procelac), Tax Justice Network y la Fundación SES organizan hoy y mañana un encuentro internacional sobre lavado y evasión. Abierta al público y gratuita, la cita es en la sede del Banco Central, en Reconquista 266.
fuente LA NACION