El reciente viaje del presidente Alberto Fernández a Rusia, China y Barbados deterioró significativamente la relación de la Argentina con el gobierno de Estados Unidos, desde donde expresaron su “preocupación” y malestar por las señales políticas y las declaraciones que marcaron la gira.
En Washington remarcan sus diferencias con la decisión presidencial de visitar Moscú en plena crisis sin pronunciarse sobre la integridad territorial de Ucrania. También con la adhesión argentina a la Ruta de la Seda que impulsa Pekín. Pero lo que más afectó fueron las declaraciones de Fernández cuando dijo que EE.UU. no estuvo entre los países que ayudaron a un acuerdo con el FMI.
“Honestamente nos preocupa cuando funcionarios del gobierno argentino sugieren que estamos asépticos o indiferentes a la estabilidad económica del país o a la crisis de salud pública”, señaló un funcionario de alto rango del Departamento de Estado . Aunque asegura que seguirá apoyando al país, admite que fue “inoportuno” y advierte que “hay una responsabilidad del gobierno argentino en reparar el daño” generado por estas afirmaciones.
“Hay amigos de la Argentina en el gobierno de Estados Unidos que trabajan muy duro para persuadir a los que son escépticos sobre el compromiso con la Argentina. La aparente falta de apreciación sobre lo que representa la crisis en Ucrania y los comentarios realizados hacen que este trabajo sea más duro”, completó el concepto el funcionario de la administración de Joe Biden
En Washington tomaron nota del tono discursivo que mantuvo Alberto Fernández a lo largo de todo el viaje, regado con gestos y frases contra el FMI y Estados Unidos. Lo primero fue el agradecimiento que Alverso le hizo a Rusia por la provisión de vacunas, destacando que fueron los únicos que acudieron en auxilio de la Argentina. “Recuerdo el trabajo que hicimos en julio pasado para donar 3,5 millones de vacunas a la Argentina en un momento en el que los contratos con Rusia no llegaban a completarse, por el atraso en el abastecimiento y había una gran necesidad en el país. Ahí decidimos contribuir con donaciones, no en contratos comerciales”, señala el funcionario consultado. Y cuando se le pregunta por qué cree que Fernández lo hizo, responde con diplomacia: “Creo que cuando la gente señala que los hechos son distintos no están prestando atención o están enfocando la atención en otra dirección”. Varias veces repetirá que es “una lástima” que se incurran en estas reescrituras de los hechos.
De la escala rusa también molestó que no se hiciera mención a la situación de Ucrania, cuando la Argentina acaba de asumir la presidencia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. “Ucrania es un tema de profunda preocupación por el papel desestabilizador de Rusia en Europa y las amenazas a la soberanía e integridad territorial de Ucrania. Y Argentina que asumió la presidencia de tan importante organismo, tiene una responsabilidad especial para plantear temas difíciles ante la comunidad internacional y defender principios universales para promover la seguridad internacional”. Una factura para el silencio de Alberto sobre el tema. Peor aún, la fuente vinculó la frase “yo, argentino” surgida como expresión de prescindencia en el contexto de la Primera Guerra Mundial. “Es importante recordar también en la Casa Rosada que la seguridad a las amenazas a una posible guerra en Europa es un prioridad importantísima para nosotros”.
En Rusia Fernández también hizo la primera mención hostil hacia Washington. Allí dijo: “Yo estoy empecinado en que la Argentina tiene que dejar de tener esa dependencia tan grande que tiene con el Fondo y con Estados Unidos”. Esa línea discursiva la retomó después en Barbados, cuando señaló: “He leído que le he mordido la mano a quien me ayudó… ¿A quién me ayudó? A mí con el Fondo me ayudaron los países europeos, me ayudó China, me ayudó Rusia, los países americanos y paro ahí. Sé quién hizo mucho para que ese préstamo sea dado. Eso sí lo sé, el gobierno anterior de EEUU. No lo digo yo, lo dice el Fondo”.
Esta frase fue la que más impactó en el gobierno de Biden, porque habían interpretado que el preacuerdo con el FMI había marcado un punto de confianza con la Argentina. “He escuchado comentarios diciendo que no participamos en apoyar las negociaciones entre Argentina y el FMI, y hemos hecho esfuerzos para facilitar esta negociación porque entendemos la importancia para el futuro de los argentinos. Ahora la iniciativa esta con los argentinos y con sus gobernantes”, expresó el funcionario del Departamento de Estado. Y después, para que quedara más clara aún su posición, agregó: “Hicimos un trabajo importante y consultas constantes y regulares con oficiales del FMI, del gobierno argentino y de otros gobiernos para asegurar que cualquier acuerdo fuera creíble y sostenible”.
Dice entonces que el gobierno de Estados Unidos “nunca va a entrar en juegos o chicanas sobre la estabilidad económica en nuestro hemisferio o con la salud pública”.
Un dato importante que el funcionario resaltó en varias ocasiones fue la necesidad de llegar a “un acuerdo final” con el FMI, una expresión destinada a subrayar la necesidad de que se avance en el plano técnico, en el cual entiende que su gobierno no tiene intervención, para que lo aprueben el board del Fondo y el Congreso argentino.
A pesar de todos los señalamientos y mensajes, el gobierno de Estados Unidos dice que sigue totalmente comprometido con una resolución exitosa del acuerdo. “Si hay una preocupación de que las declaraciones públicas de las últimas semanas en relación a nuestra posición vayan a afectar negociaciones, quiero corregir esta impresión, no es la manera de operar del gobierno de Estados Unidos”, aclara. Y repetirá varias veces que la administración Biden “quiere que Argentina salga de su actual crisis económica, y que se llegue a un acuerdo final con el FMI para implementar un programa creíble y sostenible”, dos términos repetidos como un mantra.
El último capítulo de los cuestionamientos apuntó contra la adhesión de la Argentina a la Ruta de la Seda.“Nos preocupa la posibilidad de un aumento de uso de tecnología nuclear civil china -poco probada además- en la Argentina, que pone en riesgo tantas décadas de inversión en la tecnología doméstica. Es una lástima entrar en una situación así porque los proyectos de la Ruta de la Seda tienden a favorecer a las empresas vinculadas al gobierno chino, con prácticas anticompetitivas y afectadas por la corrupción”.
Para los que sostienen que en Estados Unidos no siguen de cerca los movimientos del Gobierno, el Departamento de Estado dejó en claro que no pasó por alto el periplo de Alberto Fernández. También, que espera algún gesto de reparación de la Casa Rosada.