La inestabilidad libanesa y la posibilidad de que el país se encienda como Siria son metas de EE. UU. e Israel, según expertos
El secuestro de una decena de peregrinos libaneses en la ciudad siria de Aleppo y los choques sangrientos en la capital podrían ser un eslabón de la misma cadena cuyo objetivo final sería aplastar la soberanía de la región.
Aunque parte de los peregrinos capturados, en su mayoría mujeres, fueron liberados, los hombres permanecen cautivos. Una de las mujeres, Anaam Yateem, dijo a los periodistas que los captores eran integrantes del así llamado Ejército Sirio Libre, un grupo de opositores armados.
La misma agrupación ha rechazado su implicación en los hechos, aunque ello no ha impedido que el temor a que se expanda en Líbano el conflicto vecino sirio es cada día mayor.
«Es una batalla que está librando EE. UU., a través de estos grupos mercenarios, por asestar un golpe contundente a la resistencia» de los estados soberanos de la región y respaldar “las políticas expansionistas de Israel», opina el analista político Basem Tajeldine.
El objetivo es tratar de destruir los Gobiernos, incluso en Líbano, que «históricamente han hecho frente a Israel», cree el experto, argumentando que tales «grupos mercenarios terroristas» como Al-Qaeda, los Hermanos Musulmanes o el Ejército Libre de siria operan para «servir a los planes imperiales en la región».
Tajeldine aclara que el incidente con los peregrinos, así como el reciente asesinato del jeque sunita en Líbano, que desencadenó muchos enfrentamientos, tienen como meta desestabilizar al país, así como, tal vez, provocar una nueva guerra civil de tintes religiosos como la que sacudió al país en los años 70 y 80 con el apoyo desde Israel.