El complejo militar de Mont Pleasant, en el archipiélago, es una ciudad para militares casi tan grande como la capital, Puerto Argentino. Así, el complejo ha dejado de ser el centro de un conflicto solo con Argentina para convertirse en una preocupación para América Latina.
«El número de tropas en las islas ha disminuido. En el 82-83 había varios miles distribuidos alrededor de la isla. Ahora es el mínimo requerido para mantener seguras las islas. Es puramente defensiva, no es de ninguna manera una fuerza agresiva», afirma Jan Cheek, asambleísta de las Malvinas.
Sin embargo, la cifra de 1.500 soldados custodiando a 2.900 habitantes en todo el archipiélago es inquietante. Según el Gobierno argentino, no se justifican las importantes flotas ni la base de inteligencia que permite monitorear el tráfico aéreo y naval de la región. Para Buenos Aires, el argumento de defensa es apenas el ocultamiento de los verdaderos intereses británicos.
Óscar Laborde, diplomático argentino, sostiene que Argentina reclama las islas Malvinas de manera pacífica independientemente del poderío militar británico aliado con EE.UU.
A pesar de las escuetas explicaciones del Reino Unido sobre las actividades que ahí se realizan, argumentando que se trata simplemente de la defensa de las islas, el Gobierno de Argentina, respaldado por todos los países de Latinoamérica, insiste en denunciar ante los organismos internacionales que en realidad esta base representa la militarización del Atlántico Sur y por lo tanto un riesgo para toda la región.
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ha viajado a Nueva York, donde se celebra la 68.º Asamblea General de las Naciones Unidas. La soberanía de las Malvinas será uno de los temas centrales de su discurso.
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