El plan de desarme impulsado por el kirchnerismo podría haber generado efectos indeseados. Las nuevas autoridades del Registro Nacional de Armas (Renar) sospechan que algunas de las armas recuperadas mediante esa iniciativa, que habían sido reportadas como destruidas, podrían haber sido desviadas para comercializarlas en el mercado clandestino e, incluso, podrían haber terminado en manos del crimen organizado.
La falta de un inventario de armas, un «limbo» administrativo con documentación importante y curiosos privilegios en trámites de portación son algunas de las falencias del Renar, según informaron a LA NACION fuentes del organismo. Detrás de esas irregularidades aparecen las sospechas sobre el desmanejo de un área sensible que durante los últimos años encabezó un dirigente de La Cámpora, pero que también estuvo en manos de hombres del ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández.
«No sabemos cuántas armas tenemos en el Renar. No sabemos si nos están faltando. Nos encontramos con que no existe un registro oficial de todas las armas que tenemos», advirtió Natalia Gambaro, la nueva titular del Renar.
El organismo recibió unas 300.000 armas entre 2007 y 2015 como parte del Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego, pero también sumó otras provenientes de secuestros judiciales, decomisos e incautaciones. Hasta mediados del año pasado, cuando se empezó a utilizar el Banco Nacional de Materiales Controlados, el Renar no contaba con un lugar seguro para guardar todas esas armas.
La mayoría se guardaba en la sede central de la dependencia, en la calle Bartolomé Mitre.
Del garaje de ese edificio desaparecieron 200 armas hace tres años. Se enteraron unos días después, cuando un delincuente fue detenido en el conurbano bonaerense con una pistola que debía estar en poder del Renar. Ése fue el dato que activó una investigación de la Justicia.
«Lo primero que haremos es hacer un inventario para tener la totalidad exacta de armas que el Renar tiene en su poder», afirmó Gambaro. El inventario es una medida que fue ordenada por Néstor Kirchner en 2007, pero que todavía, casi diez años después, no se concretó.
«Si vos hoy agarrás un arma y la ponés en el sistema del Renar, te dice dónde está, qué tipo de arma es y muchos más datos. La cantidad de armas totales que tiene el Renar depende generalmente de los pedidos de ingresos y egresos que hace la Justicia. Está todo en el sistema. Quizás todavía [las nuevas autoridades] tienen que estudiar un poquito más el proceso», respondió Matías Molle, ex titular del Renar, ante la consulta de este diario.
«Antes de nuestra gestión, todo se registraba en libros de papel, quedaba en una maraña de fotocopias», dijo el dirigente de La Cámpora, que también echó culpas sobre su antecesor en el organismo, Andrés Meiszner.
Una vez realizado el inventario, las nuevas autoridades del Renar intentarán detectar irregularidades con el cruce de datos de la lista de armas ingresadas al organismo tanto por el programa de desarme como los ingresos vía judicial.
Flojo de papeles
«Un limbo administrativo.» Así definieron desde el Renar el estado de expedientes y legajos internos, muchos de ellos con documentación importante sobre las licencias y permisos de portación de armas. «No tenemos ningún tipo de registro de muchos expedientes. No tenemos sistema de trazabilidad que nos permita saber dónde está tal o cual expediente», explicó Gambaro.
El único registro que existe sobre muchos de los documentos que constan en las oficinas del Renar es netamente físico, no hay sistema que permita ningún tipo de seguimiento. «Hay 20.000 expedientes a los que no podemos darles respuesta porque no tenemos manera de saber dónde están y, mucho menos, de saber por qué están demorados», agregó Gambaro. Todavía no encuentran, por ejemplo, libros entregados por los clubes de tiro en los que conste información clave para la expedición de licencias.
Como instructor de tiro, Martín Lanatta se movió en esos clubes para después hacer uso de sus contactos políticos y gestionar así -según él mismo declaró ante la Justicia- permisos de portación de armas. También gestionó el suyo en una mesa especialmente reservada en el Renar para trámites de funcionarios, jueces y diplomáticos que ingresaban con el prefijo interno «007». Su permiso de portación había ingresado con ese privilegio después de que el tribunal le rechazó el permiso de portación por falta de motivos que expusieran su seguridad.
Lanatta, Meiszner y Aníbal Fernández frecuentaron las calles de Quilmes. Pese al trato preferencial que tuvo en el Renar, los ex funcionarios dicen no conocerlo. Lanatta, en cambio, declaró ante la Justicia que él formaba parte de una aceitada operatoria VIP para conceder portaciones de armas, de la que supuestamente también participaban Meiszner y Fernández.
«Las portaciones salían con muy pocos controles. Vamos a implementar controles más exhaustivos», reconoció Gambaro, una dirigente experta en temas de seguridad cercana al ministro de Justicia, Germán Garavano. Entre los laxos controles que les permitieron renovar la portación a los hermanos Martín y Cristian Lanatta, Ibar Pérez Corradi -autor intelectual del triple crimen-y Mario Segovia, conocido como «el rey de la efedrina», entre otros.
Nuevos controles
Los controles se enfocarán en determinar el verdadero peligro que motiva a pedir la portación de un arma, también en los medios lícitos de vida de los individuos interesados en conseguir el permiso y, por último, en los exámenes psiquiátricos necesarios para obtener la portación. El triple crimen desnudó las falencias del sistema del Renar.
Los asesinos de Sebastián Forza, Diego Ferrón y Leopoldo Bina consiguieron renovar la portación de armas un año antes del crimen con aquel trámite «privilegiado» del Renar. Pérez Corradi, el autor ideológico, renovó su licencia meses después del crimen, en 2008. Y Forza, una de las víctimas, también había recibido el permiso oficial para portar armas. Es más: Forza y Pérez Corradi, víctima y victimario, presentaron ante el Renar un certificado de salud mental firmado por el mismo psiquiatra.
La nueva titular del Renar denunció irregularidades, pero el ex director las negó
Natalia Gambaro
Titular del Renar
Profesión: Especialista en seguridad y cercana a Germán Garavano
Al asumir como titular del Renar, Gambaro se encontró con numerosas fallas, como la falta de un registro de armas, un «limbo» administrativo y falta de controles en los trámites de portación
Como primera medida, la funcionaria ordenó realizar un inventario para verificar cuántas armas tiene el organismo
Matías Molle
Ex titular del Renar
Profesión: Dirigente de La Cámpora
«Está todo en el sistema», respondió Molle al negar las denuncias de la nueva conducción del Renar
En su defensa, Molle también sostuvo que, cuando él llegó al organismo, los registros no estaban sistematizados. Su antecesor fue Andrés Meiszner, también dirigente de La Cámpora
fuente LA NACIÓN