Ubicado nuevamente como árbitro de la pulseada entre el macrismo y el kirchnerismo, Sergio Massa reunió ayer a su tropa para unificar posiciones ante el debate por la ley antidespidos. Anoche, el tigrense celebraba haber logrado ese objetivo y anticipaba que el interbloque Federal UNA insistirá con su proyecto original, que busca fomentar el empleo con beneficios a las pymes y sólo castiga con doble indemnización a los despidos en las grandes empresas.
De esta manera, el debate en comisiones previsto para este mediodía en la Cámara baja tendrá tres dictámenes en juego: el del kirchnerismo, que viene del Senado y prohíbe los despidos por 6 meses; el de Cambiemos, que aconseja archivar esa iniciativa, y el del massismo, que podría sumar el apoyo de los diputados del GEN, el Partido Socialista y los peronistas que lidera Darío Giustozzi. En Tigre esperan sumar también al Bloque Justicialista de Diego Bossio.
Se repetirá, así, el escenario del debate por la liberación de los pagos a los holdouts, con la bancada massista en medio de los aguijonazos de macristas y kirchneristas.
Aunque, ahora, el cruce de intereses se dará en sentido inverso. Massa no está buscando consensuar posturas con la Casa Rosada, sino con el kirchnerismo: espera que los diputados del FPV apoyen su dictamen, lo que devolvería el proyecto al Senado.
Para facilitar ese trámite, el proyecto de Massa limitó a seis meses la prohibición de despidos (o la doble indemnización) en las grandes empresas. «Si el kirchnerismo acompaña nuestro dictamen, habrá números para votar. Si no están con nosotros, se cae la sesión», afirmaba uno de los referentes de la bancada massista, envalentonado.
Los últimos anuncios de la Casa Rosada, que buscaban quitarle sustento al debate de la ley, parecen haber logrado lo contrario y ayudado a cohesionar la tropa massista, que en el comienzo del debate estaba dividida entre los diputados de origen sindical (siete en total) y quienes consideran contraproducente la prohibición de los despidos, como José Ignacio de Mendiguren, Felipe Solá y el propio Massa.
«El acuerdo que mostró Macri con los empresarios para no despedir fue un simulacro sin peso real. Y los anuncios para las pymes [de ayer] apenas si toman uno de los ocho beneficios que plantea nuestro proyecto de ley y, encima, con un cumplimiento incierto», señaló a LA NACION uno de los miembros de la mesa chica massista.
También ayudó a mantener abroquelados a los diputados massistas de origen sindical la arremetida kirchnerista para buscar sancionar la ley en una sesión especial. «El kirchnerismo privilegió conseguir una victoria política -la sesión especial- sabiendo que no tiene los dos tercios de los votos para aprobar lo único realmente importante, que es frenar los despidos», indicó a LA NACION uno de los disputados massistas con gremio a su cargo.
La fuente agregó otro «aporte» del Gobierno para favorecer la unidad del bloque massista: «Los sindicalistas que anteayer fueron a la Casa Rosada salieron con las manos vacías y los dientes apretados».
En el massismo niegan que sea el clima político lo que ayer definió su colaboración con el Gobierno en el debate por los holdouts y hoy marca su distancia en la discusión por los despidos. «Eso es pensar en la «ventajita» y no en lo que necesita la gente», mascullaba ayer un operador del FR. Confirmaba, así, que Tigre se juega más que una ley en este debate.
fuente LA NACIÓN