Como sucedió en los años 90 y durante el gobierno de Fernando de la Rúa, la sede del gremio de la Sanidad volvió a ser un búnker de definiciones clave. Allí, el martes último y anteanoche, el Gobierno y la cúpula de la CGT avanzaron de manera secreta en una eventual resolución de la pulseada por el impuesto a las ganancias.
El acuerdo preliminar consiste en elevar el mínimo no imponible del tributo a una suma intermedia entre lo que planteaba el proyecto opositor de Sergio Massa y el del oficialismo, y postergar para 2017 el debate más de fondo con los gobernadores y las industrias que cargarían con los eventuales nuevos gravámenes.
A los sindicalistas les urge resolver la actualización del mínimo no imponible para definir su estrategia salarial para las paritarias del año próximo.
En la CGT sugirieron a sus interlocutores del Gobierno que todos los salarios que llegan a $ 40.000 sean exceptuados del impuesto. Muy lejos de las pretensiones oficiales, que contempla apenas un alza del 15% del mínimo no imponible para llevarlo a $ 21.700 netos para un trabajador soltero y $ 28.700 para los casados con dos hijos. La iniciativa de Massa, en cambio, proponía un alza del piso hasta de $ 34.000 para los solteros y $ 48.000 para los casados.
«Especulamos con cerrar el acuerdo más cerca de los números de Massa que de los del Gobierno. Pero las negociaciones están encaminadas», confió a LA NACION un jerárquico de la CGT que participó anteanoche en Sanidad de la cena con el macrista Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados.
Sin embargo, más allá de los avances preliminares, los gremios no tuvieron aún certezas de lo que resolverá el Gobierno. La negociación continuará hoy con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el jefe de la AFIP, Alberto Abad. Desde ambas orillas intentaron exhibirse moderados y cautos ante el eventual trato.
En la Casa Rosada barruntan con que un apretón de manos con la CGT condicionaría la postura del PJ intransigente, que empuja para que la semana próxima el Senado convierta en ley el proyecto opositor que se aprobó en Diputados.
En la CGT, en tanto, se jactan vanidosamente de haber sido el sector capaz de forzar un trato entre el oficialismo y la oposición. Sin embargo, esa es la mirada de apenas de uno de los bastiones sindicales que integran la central unificada.
Por ejemplo, la influyente Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT) se opone a que únicamente se eleve el mínimo no imponible. Exigen establecer otras deducciones, como los viáticos, el aguinaldo y las horas extras. Pretenden que se avance en un mecanismo especial para que la actividad pueda deducir Ganancias de estos rubros. Hay un antecedente cercano: la ley se reformó en 2006 con un apartado especial para los camioneros de la Patagonia en lo relativo a las viandas y viáticos. De aquel acuerdo participó Hugo Moyano, por entonces aliado de acero del kirchnerismo y hoy el interlocutor gremial que privilegia el presidente Mauricio Macri.
Presión
A modo de presión, los transportistas anunciarían hoy una jornada de protesta para el lunes que viene que podría contemplar el cese parcial de actividades de algunos servicios de transporte público. El anuncio dependerá de lo que se defina hoy con Triaca y Abad, o durante el fin de semana en algún otro encuentro furtivo que se está gestando como los que hubo en Sanidad.
Al frente de la CATT está Juan Carlos Schmid, uno de los integrantes del triunvirato de mando de la CGT. Schmid estuvo hace un puñado de días en Roma con el papa Francisco. En el Vaticano le reconocieron su estrategia para aliarse con los movimientos sociales y para que la CGT amplíe su campo de representación más allá de los militantes gremiales y los trabajadores registrados.
La pelea por los cambios en Ganancias dominó ayer el debate en la última reunión del año del consejo directivo de la CGT. Hubo discursos duros, y el transporte y los docentes volvieron a mostrarse como los más inflexibles. Lo que debía ser un encuentro de balance terminó en una ola de críticas por algunas maniobras del Gobierno que los gremios consideran erróneas.
La cúpula de la CGT continuó anoche sacándole punta a su estrategia en un asado en la sede Uocra, adonde la presencia estelar era el embajador de Estados Unidos, Noah Mamet.
fuente LA NACIÒN