El segundo semestre se sigue haciendo esperar en las góndolas. En julio, las ventas de productos de la canasta básica sufrieron la sexta baja del año, y de esta manera acumularon en lo que va de 2016 un retroceso del 3,9% en unidades. Dentro de un panorama preocupante, la señal positiva es que julio es el segundo mes consecutivo con una desaceleración en el ritmo de caída de la demanda. Las ventas habían tocado un piso en mayo, cuando se derrumbaron un 7,7%, en junio la baja fue algo menor (-6,4%) y esta tendencia relativamente positiva se acentuó en julio, que cerró con un descenso de «apenas» un 5,4% en volumen.
Esta evolución, con un segundo trimestre que es el más duro del año, no es nueva y a grandes rasgos se viene repitiendo desde 2013 como producto del impacto de la inflación en los salarios y la recomposición -aunque sea parcial- del poder de compra que se registra a partir de junio y julio, cuando entran en vigor las nuevas paritarias.
En todos los casos las ventas corresponden al relevamiento que realiza la consultora Scentia sobre la base de los datos aportados por las cadenas de supermercados, autoservicios chinos, mayoristas y el llamado canal tradicional (almacenes, quioscos y pequeños autoservicios). «Transcurrido el 60% del año tenemos una disminución del 3,9% en las compras, y para que el mercado termine el año estable, es decir, con un crecimiento del 0% frente a 2015, deberíamos crecer en lo que resta del año un 5,4%», advirtió José Amodei, director de Scentia.
Dentro de un contexto generalizado de estancamiento del consumo, en julio la única categoría que mostró números positivos fue la de alimentación, que cerró el mes con una leve suba del 0,2% en volumen. «Alimentos es la canasta más inelástica, pero frente a los primeros siete meses de 2016 queda un retroceso del 1,3%», precisó Amodei.
En el resto de los rubros, desde los congelados hasta las bebidas, pasando por lácteos, perecederos e higiene y cosmética, los números son mucho peores y en todos los casos cerraron julio con menores volúmenes que doce meses atrás. Por lejos, la peor performance corresponde a la categoría de limpieza de ropa y el hogar, que sufrió una caída del 16,1% en unidades, aunque en el acumulado del año la tabla del descenso es liderada por las bebidas alcohólicas, con una baja del 7,7 por ciento.
Entre los supermercados confirman que al menos por ahora no hay señales claras de una reactivación de las ventas y la mejor muestra son las muy agresivas promociones que todos los fines de semanas llenan las páginas de los diarios, con ofertas que anuncian descuentos del 80% en la segunda unidad (lo que en los hechos significa una rebaja del 40%) o 3×2 (es decir, un descuento real del 33%).
«La venta sigue muy floja. Lo único alentador es que hay una sensación de que lo peor ya pasó y que se tocó fondo. Después de un mayo que fue terrible, el panorama empezó a ser un poco mejor en junio y julio», se esperanzó el número de una de las cadenas grandes.
De acuerdo con los datos de Scentia, la desaceleración en la caída en las ventas es acompañada por un leve freno en los precios. Según el relevamiento de la consultora, el pico en materia de inflación en las góndolas se vivió en junio, cuando en promedio los precios de los productos de la canasta básica registraron una suba interanual del 32,6 por ciento. Este índice, en julio, se ubicó en 32% -es decir 6 décimas por debajo del mes anterior-, mientras que en el promedio acumulado de los primeros siete meses llegó al 30,6 por ciento.
La idea de que los precios están empezando a vivir una desaceleración es confirmada por otras mediciones privadas. En su último informe, la consultora Elypsis señaló que la inflación de julio en la ciudad de Buenos Aires se ubicó en 2,5%, frente al 2,9% de junio, mientras que a nivel nacional el acumulado de doce meses llegó al 39,9%, contra el 40,6% del mes anterior. «Se trata del registro más bajo desde el inicio del nuevo gobierno, pero es algo pronto para confirmar una desaceleración permanente», explicó Luciano Cohan, director de Elypsis.
Como es habitual en el mercado local, la caída en las ventas es acompañada por un cambio en los hábitos de compra de los consumidores, con un marcado abandono de las grandes superficies por parte de una parte de los clientes, que se vuelcan a la compra diaria en los pequeños comercios.
«En todos los casos se aprecia que el formato más afectado es la gran superficie, con una caída del 31% en la transacciones y un ticket promedio que crece a una tasa del 26,3% frente al 32,6% que suben los precios. De parte del consumidor se privilegia lo que va utilizar en forma más inmediata y disminuye la compra de «tener por las dudas»», señaló Amodei.
Feriado con menos actividad
Las ventas minoristas medidas en las ciudades turísticas del país cayeron durante lo que va del fin de semana 10,5% en unidades respecto de las registradas en la celebración del feriado del 17 de agosto de 2015, según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
De acuerdo con estimaciones preliminares, durante el fin de semana se movilizaron «580.000 personas, realizando un gasto promedio directo de $ 959 millones en las ciudades que forman parte del turismo nacional». Según el sondeo de CAME realizado en 40 ciudades turísticas del país, «la permanencia promedio del fin de semana será de 2,8 días y el gasto diario se ubicó en 590 pesos promedio por viajante».
«La falta de poder adquisitivo se sintió en todo el país, no sólo porque frenó viajes sino porque el consumo del fin de semana fue muy moderado», destacó.
Según su análisis, «para los segmentos con algo más de poder adquisitivo, Chile, Brasil y Miami fueron competencias directas con los destinos nacionales».
fuente LA NACIÒN